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diario de Judith

No sólo hallarás aquí dulces confidencias. También todo misterio que me haya sido revelado en la medida en que pueda contarse con palabras.

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La anciana del Pont Neuf

Sólo la veo los días soleados.
-Odio la sombra -me dijo en nuestro primer encuentro mientras me miraba fijamente a los ojos, incrédula, expectante.
Tampoco le gusta la lluvia. Sus días favoritos son esos en los que nubes aborregadas navegan en un cielo azul fuerte hacia su punto de reunión. Está allí plantada, fumando, en actitud contemplativa.
Nos sentamos a veces en un banco del puente, a ver pasar los barcos de turistas. Le encantan.
-Sólo me ven los suicidas -me dijo otro día-. A veces les estiro del camal del pantalón, se asustan y se van corriendo hasta sus casas, supongo. Me gusta reír mientras les veo correr.
Son ya muchos los medios días que compartimos banco y todavía no se ha acostumbrado. Aparenta más de setenta años y no ha perdido su sonrisa de niña. Me gusta dejarle empezar, es una conversadora de comienzos. Sorprende con una frase, escucha la respuesta y ya está. Me limito a fumar en silencio, pero me muestro dispuesta a ayudar. Ayer, durante un silencio tranquilo me dijo:
-Me gusta ver las nubes en el agua.
A veces, las cosas que les atan aquí son de lo más sencillas.

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