<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d7926155719755327671\x26blogName\x3ddiario+de+Judith\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dTAN\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://diario-de-judith.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://diario-de-judith.blogspot.com/\x26vt\x3d1814785731851084173', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

diario de Judith

No sólo hallarás aquí dulces confidencias. También todo misterio que me haya sido revelado en la medida en que pueda contarse con palabras.

« principal

No es tan sencillo ser otro

La primera vez ocurrió casi espontáneamente. Quise ser un hombre para Almudena y lo fui. Ya había sentido lo que siente un hombre, pero quise ser uno para ella.
Lo recuerdo con extrañeza. Un velo de falsedad se interponía, una desilusión. Esa noche fui un fraude. Y esa sensación no se marchó del todo. La rareza de lo que podemos hacer suele tener consecuencias inesperadas. Creo que eso fue la semilla de nuestra separación.
La segunda vez fue un juego. Quise tener otro aspecto realmente diferente, descansar de mí misma y relajarme en otra. Tomé el aspecto de una larguirucha rubia y pecosa y bailé desenfadadamente en el local más normal que pude encontrar. Acabé escuchando discos de Pink Floyd en el cuarto de un chico llamado Peter. Durante una temporada quedábamos los viernes para hacer el amor y escuchar música en su cuarto. Me dio mucha pena separarme de él, se que Sandra -así es como bauticé a ese alter ego- no lo habría hecho.
Debía haber bastado con estas dos experiencias para dejar ese camino. Y durante año y medio no lo volví a hacer. Pero lo que había pasado no había sido nada comparado con lo que quedaba por venir.
Dante nació de una epifanía. Pero de eso ya hablaré en otra ocasión.

deja un comentario