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diario de Judith

No sólo hallarás aquí dulces confidencias. También todo misterio que me haya sido revelado en la medida en que pueda contarse con palabras.

El Nacimiento de Dante. No es tan sencillo ser otro III.

Él miraba por la ventana, totalmente mojado. Lo primero que tocó fueron sus rizos, luego la cara y la nuez. Tras su imagen en el cristal se veía la ciudad de Nueva York.
Había venido tan lejos para empezar su nueva vida lo más independiente de la otra posible.
Se sorprendió al darse cuenta que en sus pensamientos con palabras no oía la voz mental de Judith. Se miró las manos extrañado. Sentía la novedad en todo lo que le rodeaba.
Abrió la ventana del hotel y el aire le hizo sentir todo su cuerpo.
Y Dante empezó a reír. Sentía tanta alegría de haber nacido que cantó un aria con todas sus fuerzas. Cantó como Cavardossi cuanto escribía a su amada en la ópera Tosca:

-E lucevan le stelle,
ed olezzava la terra,
stridea l'uscio dell'orto,
e un passo sfiorava la rena...
Entrava ella, fragrante,
mi cadea fra le braccia...

Oh! Dolci baci, o languide carezze,
mentr'io fremente
le belle forme disciogliea dai veli!
Svanì per sempre il sogno mio d'amore...
L'ora è fuggita...
E muoio disperato!
E muoio disperato!
E non ho amato mai tanto la vita! Tanto la vita!(1)

Cuando hubo terminado llamaron a su puerta. Sacó rápidamente su bata nueva y se la puso. Corrió a abrir.

(1).-La letra se puede traducir así:

Y brillaban las estrellas,
y exhalaba perfumes la tierra,
chirriaba la puerta del huerto,
y unos pasos rozaban la arena...
Entraba ella, fragante,
caía entre mis brazos...

¡Oh, dulces besos! ¡Oh, lánguidas caricias,
mientras yo, tembloroso,
sus bellas formas liberaba de los velos!
Se desvaneció para siempre mi sueño de amor...
La hora ha pasado...
¡Y muero desesperado!
¡Y muero desesperado!
¡Y jamás he amado tanto la vida! ¡Tanto la vida!

El camino de Ser Uno con la Humanidad. No es tan sencillo ser otro II.

Fue hace cerca de año y medio. Ya había conseguido tener el cuerpo de un hombre, pero hasta que no conocí a Karel no supe lo que era sentirme yo misma y espontáneamente como tal.
Nunca he hecho distinciones de género en mis gustos sexuales. Karel es un dulce y angelical chico al que fácilmente se le confunde con una bella doncella, todo un regalo para los sentidos y para el alma. Su contemplación causaba en mí un arrebatador impulso de rapto. Deseaba llenarlo, poseerlo, cubrirlo, protegerlo. Fue la primera persona con quien de verdad fui un hombre.
Así estaba yo de rara cuando vino Mayim unos días a casa. Era una época un poco triste de su vida y Santiago y yo nos volcábamos en mimarla. Santiago y ella tienen una conexión especial. Saben siempre donde está el otro y, como ocurre a veces con los hermanos gemelos, cuando uno se siente mal, el otro lo nota.
Era una tarde de lluvia y estábamos los tres sentados junto al piano. Ellos lo aporreaban y yo tenía que cantar una melodía con el discordante resultado.
Mientras iba a la cocina a por el café y los pasteles, una idea que rondaba muchos años en mi mente tomó forma. Reconocí el peso de ese juego, su carácter ritual. Los tres formábamos un símbolo viviente. Imaginé a Santiago, mi viril Santiago siendo una representación de la naturaleza masculina. A Mayim le otorgué el papel de la mujer entre todas las mujeres, de la femineidad.
Y yo estaba en medio.
Masculino y Femenino son dos fuerzas que se retroalimentan, dos naturalezas que se encuentran en cada una de las cosas del mundo. Toda persona está dotada de ambas. Conocer la que no le corresponde a su género es una buena forma de adentrarse en el autoconocimiento.
Muchos místicos de muchas religiones han seguido la senda de la búsqueda de la perfección, la totalidad, en la unión de ambas naturalezas en un sólo ser. En el erotismo sagrado hindú, por ejemplo, el místico busca esa perfección identificándose con una pareja divina.
Mediante el camino de la androginia (1), en la coexistencia de los contrarios, se alcanza la unidad del ser, la totalidad, la potencia. Nada del estado anterior se ha perdido, sólo se ha ordenado sin perder su potencialidad mediante un proceso de separación de ese todo desordenado para luego volverlo a unir.
Es lo que los alquimistas llaman solve et coagula. Lo que en el Tantra se encuentra en la unión entre Shiva y Shakti. La meta del Yoga.
Busco ese hombre total, libre de la diferenciación, de la separación (2).
Por eso quise ser de verdad otro. Para luego reunir a ese otro en mí. Transformándome en alguien nuevo sin que se destruyera nada de quien ahora soy.
Es un paso, un aspecto de mi camino hacia la unión con la Humanidad. Disolverme en ella para luego condensarme con ella en un nuevo ser. Ese es, para algunos místicos cristianos, el deseo de Cristo (3), el camino del Reino. Ese es el deseo de la Humanidad. Reunirse en comunión. Y quiero participar de ese deseo.
Así que primero debía aprender a ser mi otra mitad, para luego reunirme. Ese era el comienzo de mi plan; ser de verdad otro. Y ¿qué mejor otro que yo misma si hubiera nacido hombre?.
Una vez ese ser fuera de verdad alguien distinto de mi, tendría que volverlo a integrar, para así reunirlo con Judith en el Andrógino. Tal vez eso me enseñe a integrar a la humanidad, a amarla tanto como para reunirla en mi ser rompiendo así definitivamente la barrera del yo para ser Uno con el Todo.
Para eso traje a Dante a este mundo. Y mi vida es mucho más caótica desde que a veces soy él.
Por supuesto que lo que salía de ese piano sonaba fatal. No iba a ser fácil.

(1).- La entrada para Andrógino en el diccionario de símbolos de J.C. Cooper es especialmente descriptiva y bella:
"Andrógino. Perfección primordial; totalidad; coincidentia oppositorum; el estado incondicionado; autonomía; el paraíso recobrado; la reunión de las fuerzas primordiales macho-hembra; la unión del cielo y la tierra, rey y reina, ambos convirtiéndose en el uno, el padre y la madre de todas las cosas. En la alquimia, la Gran Obra es la producción del andrógino perfecto, la humanidad a la que se restituye su totalidad. [...]"

(2).-En el mito platónico del Banquete, se cuenta que en un principio los humanos era seres esfércios de tres clases: mujer-mujer, hombre-hombre y hombre-mujer. Eran tan poderosos que los mismos dioses los temían. Zeus fue quien los cortó a lo largo. Desde entonces una mitad hace esfuerzos para encontrar a la otra mitad de la que ha sido arrebatada. Y es por eso, según el mito, por lo que el amor empuja a los hombres unos hacia los otros. Tratan de sanar la naturaleza humana recuperando la antigua unidad.

(3).-
Según algunas leyendas judías, Adán era en un principio andrógino, hasta que Eva le fue separada de él. Según el Beressit Rabba, Adán era originariamente hombre en el lado derecho y mujer en el izquierdo. Y Dios lo dividió al cortarlo. La versión que nos ha llegado es una variación misógina de ese mito. En el Reino de Cristo la escisión de Adán se habría superado con la unión en el Andrógino.

La Ciudad Maldita III.Fin de las Pesadillas de Danielle.

Ya habían pasado tres semanas desde que empezaron las pesadillas de Danielle y Pauline seguía trayendo a su hija a la Catedral. Lo hacía por las noches para que la niña pudiera dormir sin perder su rutina diaria.
La situación se hacía cada vez más insostenible. Una mañana, Danielle se quedó dormida en clase. La maestra tenía por costumbre poner música clásica de clarinete en el recreo de las diez y media de la mañana y para cuando la pudieron despertar ya había causado tanto pavor que el centro educativo recomendó la intervención psiquiátrica. Pronto el criterio de la madre no sería tenido en cuenta.
Las fuerzas de Danielle empezaban a flaquear, y con ellas su salud. Se hacía evidente que algo agotaba la fuerza vital de la niña.

Decidimos ir al lugar donde había empezado todo. Santiago consiguió la ubicación del campamento donde Danielle había sufrido el primer ataque. Muchas veces un ser del Otro lado trata de comunicar algo a los vivos con tal intensidad y dolor que puede llegar a perturbar gravemente la psique de quien lo escucha. Buscábamos alguna entidad espiritual a la que apaciguar, o en su defecto, alguna explicación.
Era un medio día de sol cuando iniciamos la marcha Santiago, Gabrielle y yo. Santiago llevó consigo la espada que había encontrado en la Catedral, Gabrielle su actitud irreverente ante el peligro y yo una petaca llena del mejor vodka que pude encontrar. En el bosque se nos unió Aníbal, no como humano, sino como lobo. Desde que conozco su naturaleza garou, los lobos comunes me parecen perros pequeños y hasta los tigres de bengala me resultan mansos. Ese medio día el lobo estaba inquieto. Marchaba primero, buscando rastros en éste lado y en el Otro.

Caminamos en silencio un buen rato hasta llegar al claro del bosque donde los excursionistas acamparon tres semanas antes. La hierba había crecido más de un metro y Aníbal se movía lentamente, olisqueando entre esa monotonía. Los magos andábamos el sendero que iba abriendo ese enorme lobo. Llegamos a un pequeño espacio yermo.
Cuando Aníbal comenzó a cavar se movió un viento insano. A medio metro de profundidad yacía un tubérculo con forma de corazón y el tamaño de una manzana grande. Cuatro raíces lo mantenían todavía agarrado al suelo. Se hinchaba lentamente para luego encogerse. Temí tanto caer en ese agujero que me entró vértigo.
Eché mano a la petaca de vodka y le pegué un buen trago. Aníbal se giró de repente, asustándome. Algo se acercaba despacio, invisible entre la hierba cercana. Cuando Aníbal gruñó, lo que fuera que venía hacia nosotros dejó de moverse.
Gabrielle escribió algo en Ogham sobre la tierra movida. Metió la mano en ella y nos dijo que aquello, que no hace mucho había sido un corazón humano, contaminaba todo ese lugar con una maldad perversa.
La hierba se movió, como por un espasmo. Algo se acercaba por todas partes.
Santiago trazó una circunferencia a nuestro alrededor con la punta de su espada mientras con voz grave recitaba un salmo:

-Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador,
mi Dios, el peñasco en que me refugio,
mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoqué al Señor, que es digno de alabanza
y quedé a salvo de mis enemigos.

Las olas de la Muerte me envolvieron,
me aterraron los torrentes devastadores,
me cercaron los lazos del Abismo,
las redes de la Muerte llegaron hasta mí.
Pero en mi angustia invoqué al Señor,
grité a mi Dios pidiendo auxilio,
y él escuchó mi voz desde su Templo,
mi grito llegó hasta sus oídos.

Entonces tembló y se tambaleó la tierra;
vacilaron los fundamentos de las montañas,
y se conmovieron a causa de su furor...

Cuando el salmo acabó sólo se oía su voz. Había parado todo movimiento de aquel lugar, incluido el viento.
Aproveché esa quietud impuesta para armarme de valor y vaciar mi petaca sobre esa cosa. Gabrielle Encendió una cerilla y la dejó caer en el maldito agujero.
Mientras aquello ardía, las hierbas se desinflaban deshidratándose, desintegrándose, Desprendiendo un lamento agudo, como el grito de un niño. Un alivio me recorría vaciándome de tensión. Quitándome un miedo que se escondía en mí desde que había visto la pesadilla de Danielle.
Nos quedamos durante un buen rato en el círculo que había trazado Santiago hasta cerciorarnos que ya no había peligro. Primero salió Aníbal y cuando estuvo seguro nos fuimos todos.
En estos años no ha vuelto a crecer nada en ese lugar.
En agradecimiento, Danielle me regaló su primer cuadro de la Catedral de Chartres. Su madre la borró del club de excursionistas para apuntarla en dibujo.
El mal sueño acabó para ella, pero pronto tuvimos noticia de otras personas con la pesadilla de Danielle.

Aníbal.

Lo que más me gusta de Aníbal son sus manos, como todo en él, son enormes. Observarle afanado en un trabajo manual o en dibujo siempre me ha resultado relajante.
En la biblioteca guardamos sus cuadernos. Contienen planos y paisajes de muchos de los lugares en los que ha estado y dibujos de muchas de las criaturas que moran en ellos y a veces se atreven a venir a este lado. Desde pájaros de infinitos colores y hadas a monstruos infames; desde castillos con banderas de colores a paisajes desolados de ceniza y extrañas máquinas.
Aníbal es un lobo, un guardián. Fiero incluso para los otros garou. Su temperamento le mantiene en el filo de la navaja. Controlar su depredadora naturaleza le cuesta un constante y titánico esfuerzo. Su carácter se ha suavizado algo con los años, pero Aníbal sigue dando miedo. Y dar miedo le da rabia. A menudo se ha visto inmerso en esa espiral de frustración. Lo mejor en esos momentos es dejarlo en paz. Su salvaje destreza nos ha salvado de la muerte segura en más de una ocasión.
Aníbal es rudo, también es dulce. Es muy agresivo y también muy tímido, a su manera, claro.
María dice que es un Héroe como los de la antigüedad clásica, que su naturaleza es hercúlea y que por ello pasa por alto las experiencias iniciáticas que tanto nos hacen avanzar a los magos en nuestro camino. Yo añado que Aníbal es también un daimón que está más unido al mundo de los espíritus que ninguno de nosotros. Y que su camino no es la búsqueda de su naturaleza daimónica, sino su domino.
Nos presentó una amiga común hace cerca de seis años, y desde el principio no hubo secretos entre nosotros. Su naturaleza de lobo no sólo le da un aspecto fiero. También, como en Nut, su daimón le otorga un morbo animal la mar de sugerente. Razón por la que esa misma noche le invité a mi cuarto.
Dispuesta a pegar el polvo más salvaje de mi vida me lo llevé en mi pequeña moto hasta la Torre. Fue en la puerta de recepción donde mostró su verdadero rostro; me dio una excusa de lo más ridícula y se marchó. A partir de entonces siempre hemos sido como hermanos.
Puede rugir con una rabia capaz de hacer caer en el pánico a cualquier desdichado que le oiga. Puede llegar a aullar a su luna con tan dulce melancolía que nadie que tuviera un poco de humanidad podría evitar sentir un vuelco en su corazón.
Aníbal es a veces fuerte, a veces extremo, a veces sencillo. Es inteligente aunque insiste en lo contrario. Es noble y orgulloso. Pero sobre todo es un hombre familiar.

La Ciudad Maldita II. Las pesadillas de Danielle.


Danielle dormía en un banco de la cripta de la catedral. En voz baja su madre, Pauline, me puso en situación. El angelito tenía ocho años, el pelo rizado y pecas. Era muy activa y tenía a todos los niños de su colegio acobardados. Con el objetivo de cansarla, su madre la apuntó a karate y al club de excursionistas de Chartres. Fue en una excursión a un bosque cercano cuando sufrió el ataque de pánico y su secuela, el insomnio. Por el día la niña estaba normal, pero sufría de terrores nocturnos tan intensos que se negaba a cerrar los ojos o apagar las luces. Una mañana se escapó de casa y fue a parar a la Catedral, donde Santiago la encontró durmiendo como un tronco. Ya había pasado una semana desde aquel día y la madre estaba harta de que la cripta de una catedral gótica sustituyera a su acogedor cuarto color de rosa. Yo era el último recurso antes de la medicación. Santiago le había hablado de mis habilidades para ese tipo de problemas. Parecía que no había nada que perder.
Al mediodía nos dejaron a solas. Después de comer golosinas hasta la extenuación jugamos a la rayuela en un jardín con estatuas modernas que hay junto a la Catedral. Hacía un tímido sol que auguraba lluvia.
Le dije que era un mago muy poderoso y me contestó que si fuera de verdad tan poderosa no lo iría diciendo por ahí. Le hice una demostración haciendo salir un bombón de su oreja. Me quería creer.
Los niños tienen una gran imaginación y poder de convicción. Todavía no tienen muy arraigadas las leyes de la causalidad y si se les anima pueden llegar a saltárselas un poco.
No hace mucho había aprendido a aumentar la inercia de los pensamientos y las emociones y quería ayudarla a destruir ese miedo que no la dejaba dormir incrementando su sensación de control y eliminando así su indefensión y su ansiedad.
-Este es un caramelo mágico-le dije mientras lo desenvolvía ceremoniosamente-atrae a las pesadillas y las encierra. Conforme se consuma en mi boca, pasarán a mi estómago donde mis jugos gástricos las destruirán para siempre y nunca podrán volver.
-¿Has comido pesadillas antes? ¿De verdad que podrás digerir ésta?
-Por supuesto-Mentí.
-No puedo, eres una maga inexperta y la pesadilla te comerá a ti. No la recuerdo bien y eso haría fallar el hechizo. ¡Si ni siquiera tienes varita!
-No querrás que la vaya enseñando por ahí-saqué una ramita de roble que me había agenciado esa misma mañana. Harry Potter y Gabrielle me habían servido para anticiparme a las contingencias.- Ah, y no tienes que pensar en ella. Sólo tienes que hacer fuerza para expulsarla y rellenar el hueco que queda con otras cosas mejores para dormir.
Ella aceptó y sincronizamos nuestros esfuerzos. Las palabras mágicas eran más rimbombantes que poderosas, pero el bombón era delicioso. En mi boca se derretía el mejor chocolate del mundo.
Ella me miraba haciendo fuerza y yo busqué en sus ojos ese esfuerzo y lo hice crecer como el aire de un fuelle hace crecer un fuego purificador.
Lo primero que vi fue esa fuerza. Ella quería despegar del suelo pero no podía. Algo bajo sus pies la corroía. Intenté tirar de ella con fuerza, pero la pesadilla me cogió a mi.
No me podía mover, tenía los pies enraizados. Las rodillas me empezaron a temblar antes de que pudiera sentir miedo; el terror entró en mí como una onda de choque rompiendo toda concentración y con ella el hechizo. Algo me quitaba la sangre. Mi corazón bajaba por el estómago, mi mente se escurría por la columna vertebral hasta el suelo. Se llevaban todo lo bueno y en ese vacío no había esperanza. Grité con todas mis fuerzas, traté de levantar los pies y caí.
Cuando llegó Santiago tenía el pecho pegado al suelo y sentía mi propio peso muy profundo bajo tierra. Cuando me abrazó fue la primera vez que sentí al ángel que vive en él. Todo había pasado. Danielle lloraba en los brazos de su mamá y yo en los de Santiago.
Nunca hemos hablado con ellas sobre lo que ocurrió esa tarde. Quitarle las pesadillas no era tan sencillo. Yo era desde luego una maga inexperta. Había llegado el momento de empezar a dejar de serlo.

Chartres.

La Catedral de Chartres, montaña indestructible, es tal vez la edificación más cargada de simbolismo y poder espiritual de toda Europa continental. El juego de la sagrada luz con la sagrada arquitectura crea un ambiente tan sublime que el más ciego de los espíritus no puede salir de allí sin una epifanía.
Era inevitable que Santiago se sintiera inmerso en ese, su elemento. Su obra. La catedral le transmitía un constante dejà vu. Mediante la Fundación no tardamos en conseguir un permiso para colaborar en la restauración del templo. Desde entonces Santiago trabaja allí cada día.
Corren ríos de tinta alrededor del misterio de la Catedral de Chartres. A parte de las teorías que puedan darnos comprensión sobre ese lugar, el efecto es evidente. De allí se sale renovado, fresco, vivo. Fieles, peregrinos y turistas acuden a admirarse con su belleza, y vuelven cambiados, distintos, a sus vidas.
Es frecuente verles recorriendo el laberinto, o cargando sus péndulos y otros talismanes en su centro. Muchas iglesias góticas tenían un laberinto en su suelo, y esta algarabía que formaban los visitantes fue la excusa que utilizaron las autoridades para quitar esos símbolos paganos cuando ya no los podían o querían comprender. El de Chartres es uno de los pocos que han sobrevivido a nuestros días, aunque sin la losa de su centro que mostraba a Teseo luchando con el Minotauro.
Chartres es un nodo de unión de fuerzas telúricas que siempre ha sido sagrado. Los primeros constructores edificaron un dolmen y cabaron un pozo en el lugar que hoy ocupa la cripta de la catedral. Los druidas hicieron de ese bosque lugar de reunión y aprendizaje. Los cristianos han ido levantando una iglesia sobre los cimientos de otra hasta la Catedral que se alza ahora.
Los constructores del gótico hicieron de Chartres un instrumento de renovación para fieles y peregrinos. Cada detalle del conjunto de la catedral le sirve al todo en el arte de modular la quintaesencia. Allí, como en la Torre, se unen el cielo y la tierra de una forma premeditada. La luz es domada por la geometría y las vidrieras. La tierra por las canalizaciones de agua subterránea y por la piedra labrada.
Una tarde Santiago encontró una espada dentro de una estatua hueca de San Miguel. Su hoja labrada brillaba como si la acabaran de templar, en ella se podía leer: "su filo no dudará".

Santiago.

Llevaba ya más de una década en la Torre y seguía sola. Deseaba compartir la biblioteca y necesitaba ayuda para una tarea cuya magnitud sólo comenzaba a vislumbrar. Por supuesto que había conocido a mucha gente de intelecto capaz. Pero necesitaba a alguien que me ayudara a poner en marcha algo que yo no sabía poner en marcha. Necesitaba alguien que hiciera lo que yo ya había leído, que hiciera cosas parecidas a lo que yo estaba aprendiendo a hacer, no un intelectual.
Me llamaron la atención unos artículos de una revista de antropología e historia de las religiones. Su autor era un español que vivía en París. Trataba las cuestiones más profundas con asombrosa naturalidad. Era un Místico.
Decidí visitarle, sencillamente le necesitaba. De eso hace ya cinco años.
Tiene los ojos grandes y un poco tristones, nariz también grande y unas preciosas manos de escultor. Su compañía es fuerte como su abrazo. Su padre era musulmán y su madre cristiana y practica ambos ritos indistintamente. Me encanta pedirle a su dulce voz los versos de Abū Bakr Muhammad bn Arabi que mejor definen su fe:

"Mi corazón es capaz de adoptar cualquier forma,
un claustro para el monje, un templo para los ídolos,
el pasto para las gacelas, la Kaaba para los devotos
las tablas de la Torá, el Corán.
El amor es el credo que profeso: vayan donde vayan
sus camellos, el amor es mi credo y mi fe".


He de decir que Santiago es muy viril. Su corazón adopta una forma muy adecuada para el credo que profesa una infiel como yo.
Con el primer encuentro en el café de la calle donde trabajaba, supe de su don. Nunca había visto un aura tan luminosa. Le contraté para ayudarme a catalogar la biblioteca y se quedó.
Practica la alquimia y montó su laboratorio en uno de los cuartos de la Torre. Al principio nuestra inocencia y falta de experiencia nos puso en peligro. Pero tuvimos suerte y hemos vivido muchas cosas juntos.
Se me escapó por los pelos, más bien se nos escapó a Gabrielle y a mí. Fue hace tres años cuando Mina, la que ahora es su mujer, irrumpió en nuestras vidas armada con su sabia inocencia. Tienen ya dos niñas y están esperando un nene. Trabaja esculpiendo piedra y participa en la restauración de la Catedral de Chartres.
Fue allí donde comenzó la pesadilla. En el lugar más sagrado.

La Ciudad Maldita I. Las leyendas de los lobos.

Sabemos muy poco de la Ciudad Maldita. Encontramos referencias a su maldición en un montón de mitologías diferentes.
Nut me contó la historia como la conocen los lobos, ellos le dan mucha importancia a sus cuentos, y narrarlos es un arte y una obligación. Fue un sábado por la tarde, fumaba su pipa y miraba fijamente el paisaje de París:
"Cuando el tiempo no se sometía a la vara de la medida, todos los hijos de la Mujer Cambiante vivían en paz. Surgió una cultura esplendorosa cuya más reluciente obra fue llamada La Ciudad de Cristal. Tal fue su perfección que sus constructores temieron que cualquier cambio no podría más que estropear su creación, el más bello Jardín construido para la gloria de la Madre.
Con su magia construyeron un laberinto sin salida donde enterraron a las fuerzas del cambio.
Con los siglos el Caos cambió al laberinto hasta que un día salió. Una parte de él contenía el Odio de los hombres que lo habían encerrado. A ese caos se le llamó Mal.
Temiendo que ese mal fluyera como la lava por la piel de la Madre, nuestros ancestros ayudados de Espíritus y Magos levantaron una muralla alrededor de la ciudad y la encerraron en un sueño profundo y lejano, que ahora se llama Ciudad del Pecado."
Aníbal me presentó a otro lobo garou, un anciano de Chartres llamado Jacob que vivía en una casita junto al río. Había escuchado la historia en un cuento con el que sus padres le animaban a hacer caso de sus sueños. Le advirtieron sobre un tipo de pesadilla que carece de contenido y de la que sólo se recuerda el terror. A través de ese tipo de sueños viene a este lado un ser terrible que vive en la Ciudad del Pecado. Los que caían en su influencia mataban a sus seres queridos y enterraban sus corazones en los sitios sagrados para llevarse su fuerza. Cuando ese ser terrible lograba llegar a este lado, todos esos corazones, invisibles de cualquier otra forma, latían al unísono.
Y eso ha ocurrido. Nosotros lo vimos.
Pero primero miremos más en los libros.
Tenemos que aprender todo lo que podamos sobre ellos antes de que vuelvan.

De la punta de mis dedos al mundo entero. Fin de la introducción a la Torre.

Llevé a Olympia en la Vespa hasta casa. Comimos rápido y con el postre y un buen café fumamos algún que otro porro. Teníamos algo así como miedo escénico. Sabíamos que íbamos a participar de algo especial. Nos reímos coqueteando un poco. Después de alguna pequeña caricia la cogí de la mano y me la llevé al cuarto. Esta vez nos metimos juntas en la bañera.
La miré con detenimiento. Su sonrisa se mostró un poco tímida pero en sus ojos no había vergüenza. Empecé a enjabonarla con delicadeza. Ella se dejó llevar por mi inercia, se dejó poseer por un presente absoluto en una actitud ritual.
Los rituales crean una situación transtemporal. Es parte de su fuerza. Conectan con una primera vez, o con un ciclo eterno. Unen todos los tiempos aportando un sentido a la vida de la gente. Nos hace partícipes de la historia, de la creación, del mantenimiento. Nos hace responsables.

Era una mañana de primavera perfecta. Estábamos en un templo consagrado al tiempo, en un cuarto consagrado a Afrodita. Esto se había repetido infinitas veces; mis aceites, la comida, la conversación, las drogas han sido usados siempre para invocar a la diosa de la armonía. Siempre hay algo ceremonial en tomarse un café o liarse un porro. Esos momentos se nos hacen necesarios. Tienen poder porque precisamente atraídos por esa invocación los dioses nos dan la fuerza, la fortuna, la belleza...

Inmersas en el ritual sequé a Olympia con cuidado. Recorrí su cuerpo con mis dedos buscando los recovecos que retienen esa energía sexual capaz de provocar el despertar.
Canté como nunca lo había hecho. Un pulso, un latido en la punta de mis dedos. Y algo se estremeció.

Salimos del Tiempo común y entramos en el Tiempo Mítico. Y ya no había paredes. Entre plantas y altas columnas se veía el Mediterráneo. Estábamos en el santuario de Artemisa. Entre ese baño Mítico y nuestro baño había un hilo sagrado. Éramos vehículos de fuerzas cósmicas. Nuestra identidad carecía de sentido. Éramos Armonía.

Sentí que me extendía. Pensé en el cable. Gabrielle y Santiago consiguieron un día transportarse por por el cable a otros sitios. Es así como la torre nos conecta a ella y se conecta a la ciudad.
La armonía inundaba mi cuerpo y el de Olympia. Quise utilizar el cable para difundirla. Quise ser el cable y llevar esa potencia a la humanidad. Y noté el latido de la Realidad.

Casi no hablamos esa tarde. Cuando Pola entró en el salón sabía que algo había ocurrido. Venía siguiendo un rastro creciente de alegría, de renovación. Olympia volvía a ser Olympia y yo volvía a ser yo. Habíamos vivido juntas una experiencia mística. La Torre había tomado un evento sagrado y lo había extendido por sus raíces. Llamé a Onire(1) y se presentó más guapa. Había crecido.

Esa noche vinieron los estudiantes de Bellas Artes. Ellos me dibujaron y yo les hice fotos. Cenamos, bebimos e hicimos el amor. Cuando desperté dormían abrazados. Entre ellos había algo de lo que Olympia, la Torre y yo habíamos traído esa tarde.

(1).- Onire es la forma en la que se nos muestra el espíritu de la Torre. Es una niña muy particular que nos protege. Sobre su nacimiento y su naturaleza hablaré en otra ocasión.

El sueño de Oriana. Introducción a la Torre IV

Sobre mi mesa tengo un facsímil de la tesis doctoral de mi abuelo que he mandado hacer para regalárselo a Mayim. Su título, "Arquitectura Hermenéutica" esconde un maravilloso compendio donde se dibujan los planos de 20 construcciones de la antigüedad de las que no han quedado más que lejanas y fantásticas descripciones (1).
Con el sorprendente título de "la Torre de Cnosos", el capítulo dedicado a lo que ahora es esta torre partía de la descripción que hace un monje del siglo XVII de un templo sobre una montaña en el que se guarda toda la sabiduría del mundo. Los pocos académicos que he encontrado que conocen esta historia la atribuyen a un paisaje simbólico, la metáfora de un jesuíta utópico.

También en mi mesa tengo los diarios de Oriana. Ella empieza a hablar de ese mismo templo a partir de otra fuente mucho más explicativa.
Cuando compró la biblioteca del monasterio de Tierza halló, entre otras joyas, la documentación de un juicio inquisitorial a un comerciante vienés al que se había acusado de comprar libros prohibidos. La confesión en sí no decía mucho. Era sospechoso de ser un demonio y un brujo según las convenciones de la época.
Lo interesante estaba en la descripción de las pruebas que se presentaban ante el tribunal, que incluía un resumen de todos y cada uno de los libros que el brujo escondía en su casa. El más extenso se dedicaba a una obra titulada "Sobre el antiguo y escondido Templo de Cnosos". Detallaba la arquitectura del templo dando, como si quien hizo el resumen quisiera difundirlas, las medidas exactas de su planta. A continuación describía pomposamente los contenidos por los que ese libro era motivo de herejía. Afirmar que el verbo de Dios, las palabras y las cosas, son obra de las personas. Mantener que ese sitio es un pilar de la creación. Conjeturar que en él se hallaba una puerta al logos. Idolatrar las palabras escritas. Guardar todos los libros del mundo. Una defensa inteligente podría haber alegado que todo eso se hacía con el beneplácito de Dios y que fue precisamente Él quien otorgó al hombre un poder mayor que el que jamás tuvieron ángeles o demonios. El de dar nombre a las cosas. Pero la declaración de culpabilidad del reo le condenó y no hubo necesidad de defensa.
En la búsqueda de información relacionada con ese hallazgo Oriana tan sólo encontró dos libros. La declaración del jesuita utópico y la consiguiente tesis de mi abuelo. Cuando vió que las medidas del plano de Perret coincidían exactamente con las que describía en su documento, llegó a la lógica conclusión de que, o bien ese joven arquitecto había tenido acceso a sus documentos (en teoría olvidados en una biblioteca que no era consultada mas que por unos pocos monjes) o, más probablemente, tenía el libro original del que se había hecho el resumen para el jurado.

Resultó que Perret ni tenía el documento ni el libro, gozaba de la portentosa facultad de ver la imagen que se escondía tras una descripción por muy confusa, escueta o poética que esta fuera. Ese talento asombroso para destilar las imágenes escondidas en paisajes mentales del pasado lo he visto en otros. El ejemplo más cercano es Karel, que es capaz de despertarse con un saber aprendido en un sueño, cualquier cosa que una vez fue imaginada por el hombre es accesible así para él. Yo misma, no sin un gran esfuerzo, puedo llegar a conectarme con el inconsciente colectivo y viajar en él para encontrar significados perdidos en los registros de los hombres, pero patentes todavía en la memoria de la humanidad (2).
Ese portento de la imaginación resultó ser un apasionado amante de la aviación. Y un apasionado amante en general. Las dos cosas que mi abuela exigía en un hombre. Después de casarse, una idea común tomó forma y comenzaron un proyecto que ahora continúa.

En la mente de ambos estaba el deseo de hacer accesible la sabiduría antigua al pueblo. Les entristecía el presunto ateísmo materialista de la modernidad y quisieron hacer lo posible para incorporar lo sagrado al espíritu de su época. Sabían que si las élites mantenían al pueblo en la ignorancia hacia el poder de los mitos, serían presa del uso de éstos por la élite.
Dedicaron su vida al compendio de toda la sabiduría que pudieron encontrar y buscaron las herramientas para difundirla. Quisieron un templo para la sabiduría que pudiera visitar mucha gente. Decidieron reconstruir la "Torre de Cnosos" en París.

Sobre el hallazgo de la Torre en el Tíbet no hay demasiados detalles en el diario de mi abuela. De manera escueta cuenta que organizaron una expedición de envergadura y que encontraron el edificio caído en un paraje desolado. No da la localización exacta ni cuenta como la supo.
Incrustado en la piedra hallaron el Cable. Una cuerda trenzada de una resistencia prodigiosa y con un brillo especial que conectaba el baño ceremonial de la terraza con el suelo. En las piedras vieron multitud de símbolos en un idioma casi desconocido, el lineal A. Ahora hemos traducido algunas de esas palabras, que han resultado ser nombres comunes de las cosas más mundanas, trigo, lago, nieve, corriente de un río...

Mi padre, Ángelo, entendió la Torre como un templo consagrado a mantener el orden del cosmos, una tradición similar a los Onomasticones de los antiguos egipcios (3). El cable sería el instrumento con el que fijar una lista de conceptos arraigándolos en la estructura de la realidad. Él pensó extender el potencial de la torre para crear nuevos conceptos, nuevas posibilidades, viéndola como un instrumento para producir paradigmas emergentes. Años de lucha convencional no habían dado resultados. Los medios de comunicación de masas se habían afinado como terribles instrumentos del poder. Ángelo quería utilizar la Torre para quebrantar esa inercia impuesta por la ingeniería social al servicio de unas élites que sólo pretenden su permanencia. Los Arquitectos.

Ante la responsabilidad de tener un instrumento que cambia la inercia social, se vio con el problema de controlar que los cambios que la Torre generara no perjudicaran al complejo sistema de la humanidad. Problema que superó con nuestra ayuda casi veinte años después de su muerte. Pero eso lo trataré en otro momento (4).
Ahora me quiero centrar en cómo funcionó cuando la puse en marcha hace dos días.
Cuado Olympia la puso en marcha.
Cuando Venus vino a París.


(1).- En su introducción escribe: "El hecho de que muchas de estas obras jamás se hayan construido no significa en absoluto que no existieran. Una vez se elevaron orgullosas en el paisaje de la imaginación de alguien. No son menos importantes que los templos que todavía se yerguen para nuestra admiración, pues han sobrevivido tal como estos últimos al paso del tiempo. En lugar de ruinas tenemos en raras ocasiones descripciones de quienes las vieron, y en la mayoría descripciones de quienes escucharon a los que las vieron. Son fragmentos fantasmales en el inconsciente colectivo.
Tomando en consideración ésto, en este tratado no sólo se plantean hipótesis sobre cómo pudieron ser aquellos templos. Se trata de avivar la memoria de antiguos dioses que no están del todo olvidados. Se trata de enseñar al lector moderno la sabiduría antigua, la magia que se deriva de la contemplación de esas realidades casi olvidadas. Las ideas nunca mueren. Viven irremediablemente en la consciencia de la gente. En la mía ahora mismo, y en la suya si lee u ojea este libro."

(2).-¿Donde está esa memoria?. Yo la visualizo como un paisaje mental que toma forma fractal en cada una de las personas. Me resulta más fácil adentrándome en mi mente, pero he aprendido a hacerlo en la de otros (sólo debo estar muy, muy conectada a ellos).
Conforme me adentro en los detalles de un lugar de mi mente, el paisaje se extiende, y si me esfuerzo lo suficiente puedo salir de mis propios recuerdos o saberes y empezar a meterme en los significados que subyacen a mis pensamientos. Paso así de los recuerdos a los conceptos y paso de la esfera de lo que sé a lo que no sabía que sabía.
Así encuentro dos cosas muy valiosas. Que todos los conceptos están relacionados y forman un paisaje común, universal y omnipresente. Y que una persona es una parte de la humanidad y la humanidad entera a la vez. Nuestra mente es un holograma que llega a contener todas las mentes, todos los sueños.
Creo que esa técnica que yo utilizo con dificultad, gente como mi abuelo o Karel la practican de forma natural. Viajando por ese ecosistema de la mente común, llamado noosfera, como si de un paisaje físico se tratara, y hallando en él cualquier cosa imaginada alguna vez.

(3).- En el antiguo Egipto se sabía que el nombrar las cosas hacía que estas permanecieran. Para preservarlas de los constantes ataques del caos, elaboraban listas categorizadas de nombres. Por ejemplo, en el Onomasticón de Amenope podemos leer como rasgos de la naturaleza:" crecida, río, mar, ola, lago pantanoso, charca, pozo en el desierto, estanque, orilla del río...". También podemos encontrar en el listas de plantas, animales, ciudades...

(4).- Hay una carta que explica claramente lo que Ángelo entendía de la magia de la Torre, nos llegó hace tres años, mucho tiempo después de su muerte, cuando el cable empezó a mostrar actividad, a crecer. Transcribo la parte que se refiere al funcionamiento de la Torre:

"Queridos amigos. No creáis que sois unos desconocidos para mí.

Sé de sobra los riesgos que corremos, pero hemos aprendido que el mundo no es tan pequeño como nos han querido hacer creer. Así que haya pasado lo que haya pasado, ni se os ocurra pensar que la vida puede ser triste para alguien consciente de lo que tiene a su alrededor.

Ya ha ocurrido. La Torre ha desarrollado su potencialidad y el cable se ha mostrado como un ser vivo consciente que crece. Una maravilla perdida de la antigüedad que debía resucitar. Nuestro proyecto nació para ayudar a la emancipación del hombre, nuestro objeto fue luchar contra la Inercia impuesta por el poder. Pero hay muchas formas de luchar. Esta es la mía:
Un día me hice una pregunta sencilla: ¿cómo hacemos la magia? Traté de buscar una respuesta traducible al lenguaje de las Matemáticas y las Formas, y la encontré en lo que ahora se está empezando a conocer como Teoría del Caos.
Se puede representar la potencialidad de todo sistema físico en un eje de coordenadas. El espacio resultante es llamado espacio de fase y representa todos los puntos en que puede estar un sistema físico dado. Ese sistema no puede salir de ese espacio de fase. Nosotros, los magos, cambiamos el espacio de fase de los sistemas físicos con nuestra voluntad.

¿Pero qué pasa si traducimos ésto al mundo de las ideas y su expresión, la sociedad?
Todo concepto tiene también su espacio de fase. Esos espacios de fase cambian con el discurrir de las generaciones, o se mantienen fijos. Más allá no hay nada. Con la centralización y la tecnificación del poder, esos espacios son demasiado rígidos, pues los medios naturales para cambiarlos nos han sido arrebatados. En una palabra, la creatividad, y con ella la iluminación, han sido cubiertas por un ilusorio velo en pos de mantener un sistema de poder.

He aquí que la Torre es, en su conjunto, una máquina para flexibilizar esa artificiosa rigidez de los espacios de fase del mundo mental. El caos creativo se exporta desde la piscina a lo largo de sus raíces tanto al mundo físico como al mental. Pero esto tiene sus riesgos. El cambio no conoce moral, hay cosas que no deben cambiar y cosas que es mejor que no existan. ¿Cómo producir un cambio dirigido? ¿Un caos creativo bueno para la humanidad?
Ese es el escollo con el que me encontré. Pues, aunque podría dirigir cierto cambio, no está en la naturaleza de las personas el poder de discernir a ese nivel." [...]